L’Auró, un autèntic depredador de mandarines, en sosté una esbudellada amb la mà esquerra i xuta l’aire amb el peu dret. Estem esparrats a duo sobre el balancí, davant la xemeneia. L’Aran, el nostre proveïdor cítric, ens informa que li queden 5 grills. 5, tants com nosaltres, i ens n’assigna un per cap. Jo li dic dóna’m el grill-mama, que me la menjo. Nooooooooo. Doncs dóna’m el grill-papa que em menjo a mi mateix. Se’m queda mirant. Què deu pensar ara? Me’l dóna. Em menjo. Què més relaxant que unes simbòliques pràctiques antropofàgiques just abans d’anar a dormir.
L’Ot, completament absort en la dimensió Lego, col·loca i integra, peça a peça, les experiències del dia d’ahir: festa a casa amb camarades vinguts d’arreu del país, una convenció d’investigadors i divulgadors de la imaginació acompanyats tots dels seus guardaespatlles, xòfers, assistents personals i alguna mami despistada que també va venir.
La Carlota i jo fa dies que volem xerrar juntets, mirant-nos, fins i tot potser ens quedaríem una estona en silenci, davant de les brases, sentint-nos respirar, fonent-nos l’un en l’altre, coneixent-nos sense dir res. Però avui l’Aran, asteroide fora d’òrbita, ha fet una migdiada a mitja tarda d’hora i pico. I ara que els altres dos ja dormen, ha decidit que vol un plàtan talladet en un plat, que vol mirar com retoco les fotografies i explicar-me, assegut damunt meu, les seves pors als monstres i a les bruixes que s’amaguen a la foscor. Tinc molta por de la foscor, papa. M'expliques un conte? Em pots encendre el llum del lavabo? Encara no dorm.
***
Me puedes encender la luz del lavabo?
Auró, un auténtico depredador de mandarinas, sostiene una destripada con la mano izquierda y chuta el aire con el pie derecho. Estamos espatarrados a dúo sobre la mecedora, delante de la chimenea. Aran, nuestro proveedor cítrico, nos informa que le quedan 5 gajos. 5, tantos como nosotros, y nos asigna uno por cabeza. Yo le digo dame el gajo-mama, que me la como. Nooooooooo. Pues dame el gajo-papa que me como a mí mismo. Me mira. Qué debe pensar ahora? Me lo da. Me como. No hay nada más relajante que unas simbólicas prácticas antropofágicas justo antes de ir a dormir.
Ot, completamente absorto en la dimensión Lego, coloca e integra, pieza a pieza, las experiencias del día de ayer: fiesta en casa con camaradas venidos de todo el país, una convención de investigadores y divulgadores de la imaginación acompañados todos de sus guardaespaldas, choferes, asistentes personales y alguna mami despistada que también vino.
Carlota y yo hace días que queremos charlar, mirándonos, incluso quizás quedarnos un rato en silencio, delante de las brasas, sintiéndonos respirar, fundiéndonos el uno en el otro, conociéndonos sin decir nada. Pero hoy Aran, asteroide fuera de órbita, ha hecho una siesta a media tarde de una hora larga. Y ahora que los otros dos ya duermen, ha decidido que quiere un plátano cortadito en un plato, que quiere mirar como retoco las fotografías y explicarme, sentado encima mío, sus miedos a los monstruos y a las brujas que se esconden en la oscuridad. Tengo mucho miedo de la oscuridad, papa. Me explicas un cuento? Me puedes encender la luz del lavabo? Todavía no duerme.
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Me puedes encender la luz del lavabo?
Auró, un auténtico depredador de mandarinas, sostiene una destripada con la mano izquierda y chuta el aire con el pie derecho. Estamos espatarrados a dúo sobre la mecedora, delante de la chimenea. Aran, nuestro proveedor cítrico, nos informa que le quedan 5 gajos. 5, tantos como nosotros, y nos asigna uno por cabeza. Yo le digo dame el gajo-mama, que me la como. Nooooooooo. Pues dame el gajo-papa que me como a mí mismo. Me mira. Qué debe pensar ahora? Me lo da. Me como. No hay nada más relajante que unas simbólicas prácticas antropofágicas justo antes de ir a dormir.
Ot, completamente absorto en la dimensión Lego, coloca e integra, pieza a pieza, las experiencias del día de ayer: fiesta en casa con camaradas venidos de todo el país, una convención de investigadores y divulgadores de la imaginación acompañados todos de sus guardaespaldas, choferes, asistentes personales y alguna mami despistada que también vino.
Carlota y yo hace días que queremos charlar, mirándonos, incluso quizás quedarnos un rato en silencio, delante de las brasas, sintiéndonos respirar, fundiéndonos el uno en el otro, conociéndonos sin decir nada. Pero hoy Aran, asteroide fuera de órbita, ha hecho una siesta a media tarde de una hora larga. Y ahora que los otros dos ya duermen, ha decidido que quiere un plátano cortadito en un plato, que quiere mirar como retoco las fotografías y explicarme, sentado encima mío, sus miedos a los monstruos y a las brujas que se esconden en la oscuridad. Tengo mucho miedo de la oscuridad, papa. Me explicas un cuento? Me puedes encender la luz del lavabo? Todavía no duerme.
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